domingo, 26 de mayo de 2024

CAPÍTULO 8 - MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS

EL INSTINTO DE CONSERVACIÓN: LA IDENTIFICACIÓN DE LAS TRAMPAS, LAS JAULAS Y LOS CEBOS ENVENENADOS

LA MUJER FIERA

Según el diccionario, la palabra "fiera" deriva del latín fera cuyo significado es "animal salvaje". En el lenguaje común se entiende por fiera un animal que antaño era salvaje, que posteriormente se domesticó y que ha vuelto una vez más al estado natural o indómito. La mujer fiera suele estar muy hambrienta de cosas espirituales y a menudo se traga cualquier veneno ensartado en el extremo de un palo puntiagudo, pensando que es aquello que ansía su alma. Aunque algunas mujeres fieras se apartan de las trampas en el último momento y sólo sufren algún que otro pequeño desperfecto en el pelaje, son muchas más las que caen en ellas inadvertidamente y pierden momentáneamente el conocimiento mientras que otras quedan destrozadas y otras consiguen liberarse y se arrastran hasta una cueva para poder lamerse a solas las heridas.

LAS ZAPATILLAS ROJAS

Había una vez una huerfanita pobre que se cosió unas zapatillas rojas con trapos. Un día, una anciana rica la llevó a su casa, donde le dieron ropa nueva y quemaron sus zapatillas. La niña se entristeció pero aceptó su nueva vida. Un día, la anciana le compró unos zapatos rojos para su confirmación, sin darse cuenta del color. Los zapatos rojos brillaban como manzanas pulidas, como corazones, como ciruelas rojas. Todo el mundo los miraba; hasta los conos de la pared, hasta las imágenes contemplaban los zapatos con expresión de reproche. Pero, cuanto más los miraba la gente, más le gustaban a la niña. La niña se enamoró de ellos y, a pesar de las advertencias, se los puso nuevamente para ir a la iglesia. Un soldado viejo y cojo le limpió los zapatos y la incitó a bailar. La niña comenzó a bailar sin poder parar, los zapatos la llevaban sin control. Intentó quitárselos pero no pudo. Finalmente, pidió a un verdugo que le cortara los pies para detener el baile. Los zapatos siguieron bailando con sus pies dentro y la niña, ahora tullida, tuvo que trabajar como criada y nunca más deseó unos zapatos rojos.

La pérdida brutal en los cuentos de hadas

El cuento de "Las zapatillas rojas" transmite una verdad psicológica profunda: una mujer puede perder su esencia y alegría vital debido a halagos engañosos o amenazas, a menos que conserve su espíritu instintivo y salvaje. El relato nos advierte sobre las trampas y peligros que enfrentamos cuando estamos desesperadas por encontrar nuestra alma auténtica. Para entender mejor el cuento, debemos reconocer que una mujer puede desviarse completamente cuando pierde su naturaleza instintiva. Mantener y recuperar nuestro camino requiere identificar y corregir los errores que cometemos cuando nos sentimos atrapadas.

En el cuento, la niña pierde las zapatillas rojas que ella misma había creado y que le otorgaban un sentido de riqueza y autonomía a pesar de su pobreza. Estas zapatillas hechas a mano simbolizan la transición de una vida psíquica miserable a una existencia apasionada y autodiseñada. Representan un gran avance hacia la integración de la naturaleza femenina creativa en la vida cotidiana. Aunque su vida no sea perfecta, la niña tiene alegría y está en camino de evolucionar.

El símbolo de los zapatos en "Las zapatillas rojas" funciona como una metáfora psicológica, ya que protegen y sostienen aquello sobre lo que nos asentamos: nuestros pies. En el simbolismo arquetípico, los pies representan la movilidad y la libertad. Por lo tanto, tener zapatos es estar convencidos de nuestras creencias y contar con los medios para actuar según ellas. Sin "zapatos psíquicos", una mujer no puede enfrentar los desafíos interiores y exteriores que requieren agudeza, sensatez, prudencia y resistencia. La vida y el sacrificio están intrínsecamente relacionados. El color rojo, que simboliza tanto la vida como el sacrificio, subraya que vivir una existencia vibrante implica hacer sacrificios. Por ejemplo, para asistir a la universidad, se debe sacrificar tiempo y dinero; para crear algo significativo, se deben sacrificar la superficialidad, una cierta seguridad y, a menudo, el deseo de agradar a los demás, enfocándose en sus propias ideas y visiones más profundas.

Las trampas

 Trampa 1: La carroza dorada, la vida devaluada

El carruaje en el cuento de "Las zapatillas rojas" simboliza el estado de ánimo central de la psique que nos transporta de un lugar a otro. En este contexto, representa la seducción por una vida aparentemente más fácil y cómoda. Al subir al carruaje dorado de la anciana, la niña entra en una prisión dorada, atraída por el brillo superficial que oculta una trampa psicológica.

Esta trampa es común en la vida de las mujeres, quienes, mientras trabajan arduamente en sus proyectos y enfrentan desafíos, a menudo se sienten tentadas por alternativas que parecen más fáciles y atractivas. Este deseo de simplificar la vida no es inherentemente malo, pero puede llevar a sacrificar la auténtica satisfacción y creatividad por comodidad. El carruaje dorado simboliza esta tentación, que puede manifestarse en decisiones como casarse por estabilidad económica, abandonar un trabajo desafiante por uno más fácil, o no esforzarse lo suficiente en un proyecto creativo.

El precio de ceder a esta tentación es la pérdida del alma y el hambre espiritual. La psicología junguiana clásica señala que la pérdida del alma puede ocurrir hacia la mitad de la vida, pero en la cultura moderna es un riesgo constante a cualquier edad. La cultura moderna está llena de distracciones y "osos" en momentos equivocados que pueden desviar nuestra atención de lo esencial. Debemos vigilar nuestra relación con el significado, la pasión y la espiritualidad, y evitar las trampas que nos apartan de nuestras "zapatillas hechas a mano" y de nuestra auténtica vida creativa. Así, el cuento nos advierte sobre la importancia de mantenernos fieles a nuestras pasiones y a la vida creativa, resistiendo la tentación de la comodidad superficial y enfrentando los desafíos con valentía y persistencia.

Trampa 2: La anciana reseca, la fuerza de la senescencia

Cuando la niña sube al carruaje dorado y entra en la casa de la anciana, queda atrapada en una vida restringida por los valores rígidos de la anciana. Esta situación ilustra cómo una actitud senescente puede destruir la creatividad y la innovación. En lugar de ser una mentora, la anciana se convierte en un agente de estancamiento. La anciana en el cuento representa el rígido guardián de la tradición colectiva, que prioriza la conformidad sobre la expresión individual. Este tipo de colectividad impone sus valores y expectativas, eclipsando las necesidades del alma salvaje. Según Jung, esta colectividad incluye todos los grupos a los que pertenecemos o que nos rodean, influenciando nuestros pensamientos y comportamientos, y a menudo desalentando la creatividad y la individualidad. El desafío para mantener la conexión con nuestra alma salvaje y creatividad reside en resistir la tentación de conformarse con los valores colectivos que no apoyan nuestra autenticidad. Debemos distinguirnos y construir puentes con las colectividades que fomentan nuestro crecimiento personal y creativo.

Trampa 3: La quema del tesoro, el hambre del alma

Las "zapatillas rojas" simbolizan la alegría y la vida apasionada, hechas a mano con dedicación y amor propio. Cuando una mujer sucumbe a la presión externa y abandona sus valores auténticos, arrojando estas zapatillas al fuego destructor, está cediendo a una existencia que debilita su espíritu y devalúa su trabajo. Esto lleva a una vida vacía y a una profunda hambre del alma, un anhelo por recuperar su vida auténtica y creativa. Este tipo de hambre puede hacer que las mujeres, en su desesperación, se aferren a cualquier cosa que prometa llenar ese vacío. La psicología junguiana sugiere que esta situación de "hambre del alma" es peligrosa, ya que puede llevar a comportamientos extremos y autodestructivos, similares a los excesos de un lobo hambriento. Este comportamiento desmesurado se debe a la falta prolongada de satisfacción de las necesidades creativas y espirituales. En resumen, la clave está en reconocer y proteger las "zapatillas rojas" de la vida de una mujer, simbolizando su pasión y creatividad, y asegurarse de que el fuego que las consume sea uno de transformación y renovación, no de aniquilación. La autenticidad y la vida creativa deben ser defendidas contra las fuerzas que intentan reducirlas, asegurando así una vida plena y significativa.

Trampa 4: La lesión del instinto de conservación, la consecuencia de la captura

El instinto puede verse positivamente como una fuerza interna que, junto con la premeditación y la conciencia, guía a los seres humanos hacia una conducta integral. Cada mujer nace con todos sus instintos intactos, lo que le permite desarrollarse plenamente. En el contexto del cuento de hadas, la niña que es arrancada de su entorno natural y llevada a un nuevo ambiente pierde su individualidad y su impulso de desarrollo. La anciana que desprecia la creatividad de la niña representa una fuerza aniquiladora que sofoca el espíritu creativo, llevando a la niña a refugiarse en el silencio y la tristeza. Esta represión de la creatividad puede resultar en una depresión, una especie de "trampa" psicológica que atrapa el espíritu de la mujer. El instinto creativo, o el alma de una mujer, puede ser llamado de diversas formas: su energía vital, su pasión creativa, su esencia. Cualquier término que se use para describir este proceso vital subraya la importancia de mantener vivo el espíritu creativo. Cuando este espíritu es capturado o reprimido, como en el caso de los animales salvajes en cautiverio, se produce una "depresión animal". Los ciclos naturales de comportamiento, como el sueño, la selección de pareja y la alimentación, se alteran y deterioran, llevando a una vida sin plenitud. La excesiva domesticación de una mujer, similar a la captura de un animal, apaga sus impulsos naturales de juego, relación y enfrentamiento con las dificultades. Cuando una mujer se vuelve "demasiado bien educada", sus instintos se esconden en el inconsciente, lejos de su acceso consciente. Esto resulta en una incapacidad para actuar de manera instintiva y natural, llevando a una vida creativa sofocada.

Trampa 5: El subrepticio intento de llevar una vida secreta, de estar dividida en dos

En culturas antiguas como la India, Egipto y ciertas partes de Asia y Turquía, los pigmentos rojos eran un rito de iniciación esencial para las muchachas. Este rito se asociaba principalmente con la primera menstruación, celebrando el paso de la infancia a la capacidad prodigiosa de extraer la vida del propio vientre, simbolizando el poder reproductivo y sexual. Ahora se produce en el cuento uno de los más reveladores episodios de la represión psíquica. El voraz deseo de alma de la niña quiebra los listones de sus resecos comportamientos. En la tienda del zapatero se apodera subrepticiamente de los extraños zapatos rojos sin que la anciana se dé cuenta. Un hambre voraz de vida del alma ha aflorado a la superficie de la psique, y se apodera de todo aquello que tiene a mano, pues sabe que muy pronto volverá a ser reprimida.

Este explosivo "hurto" psicológico se produce cuando una mujer empuja considerables partes del yo hacia las sombras de la psique. Según la visión de la psicología analítica, la represión tanto de los instintos, impulsos y sentimientos negativos como la de los positivos da lugar a que éstos habiten en un reino de sombras. Aunque los valores varían de cultura a cultura y arrojan distintos matices "negativos" y "positivos" sobre la sombra, los típicos impulsos que se consideran negativos y que, por consiguiente y se relegan al reino de la sombra son los que inducen a una persona a robar, engañar, asesinar, actuar con exageración y cosas por el estilo. Los aspectos negativos de la sombra tienden a ser extrañamente excitantes a pesar de su carácter entrópico, por cuyo motivo arrebatan el equilibrio, la ecuanimidad y la vida de los individuos, las relaciones y los grupos.

Trampa 6.- El temor ante lo colectivo, la rebelión de la sombra

A veces la colectividad ejerce presión sobre una mujer para que sea una "santa", para que sea instruida y políticamente correcta, para que lo tenga todo "bien junto y ordenado" de tal manera que cada uno de sus esfuerzos sea una obra perfecta. Si nos acobardamos ante la colectividad y nos sometemos a las presiones que ésta ejerce para que nos adaptemos estúpidamente a sus normas, nos salvaremos del exilio, pero, al mismo tiempo, pondremos traidoramente en peligro nuestras vidas salvajes.

Algunos piensan que ya pasó la época en que se maldecía a la mujer salvaje y, cuando ésta se comportaba de acuerdo con el yo natural de su alma, se la calificaba de "equivocada" y de "mala". Pero no es así. Lo que ha cambiado son los tipos de conducta que se consideran `incontrolados" en el caso de las mujeres. A veces la colectividad ejerce presión sobre una mujer para que sea una "santa", para que sea instruida y políticamente correcta, para que lo tenga todo "bien junto y ordenado" de tal manera que cada uno de sus esfuerzos sea una obra perfecta. Si nos acobardamos ante la colectividad y nos sometemos a las presiones que ésta ejerce para que nos adaptemos estúpidamente a sus normas, nos salvaremos del exilio, pero, al mismo tiempo, pondremos traidoramente en peligro nuestras vidas salvajes. Algunos piensan que ya pasó la época en que se maldecía a la mujer salvaje y, cuando ésta se comportaba de acuerdo con el yo natural de su alma, se la calificaba de "equivocada" y de "mala". Pero no es así. Lo que ha cambiado son los tipos de conducta que se consideran `incontrolados" en el caso de las mujeres.

Trampa 7: La simulación, el intento de ser buena, la normalización de lo anormal

Cuando "es buena", la mujer cierra los ojos a todo lo que, a su alrededor, es inflexible, deformado o perjudicial y se limita a "ir aguantando". Sus intentos de aceptar este estado anormal dañan ulteriormente sus instintos de reaccionar, señalar, cambiar y producir un impacto en lo que no está bien, lo que no es justo. La niña del cuento que no protesta demasiado, que intenta disimular su hambre y aparentar que no arde nada en su interior, las mujeres modernas padecen el mismo trastorno consistente en normalizar lo anormal. Se trata de un trastorno que está a la orden del día en muchas culturas. El hecho de normalizar lo anormal hace que el espíritu, que en condiciones normales se apresuraría a corregir la situación, se hunda en el tedio, la complacencia y, en último extremo, en la ceguera, tal como le ocurre a la anciana. La normalización de lo anormal incluso en el caso de que no quepa la menor duda de que ello va en detrimento de la propia persona se aplica a todas las palizas que se propinan a las naturalezas físicas. emocionales, creativas, espirituales e instintivas. Las mujeres se enfrentan con esta  cuestión cada vez que los demás las aturden para obligarlas a hacer otra cosa que no sea defender la vida de su alma contra las proyecciones invasoras de carácter físico, cultural o de otro tipo

Trampa 8: La danza descontrolada, la obsesión y la adicción

El viejo de la barba pelirroja dio unos golpecitos a las suelas de los zapatos de la niña y aquella vibración puso en movimiento los pies de la niña y ahora ésta baila, baila con entusiasmo, pero lo malo es que no puede detenerse. Tanto la anciana, que debería actuar como guardiana de la psique, como la niña, que tendría que expresar la alegría de la psique, están separadas del instinto y del sentido común. La niña lo ha probado todo: adaptarse a la anciana, no adaptarse, robar subrepticiamente, "ser buena", perder el control y alejarse bailando, recuperar la compostura e intentar volver a ser buena. La adicción no es la alegría de la vida la que mata el espíritu de la niña de "Las zapatillas rojas", sino su ausencia. Cuando una mujer no es consiente del hambre que padece y de las consecuencias de utilizar vehículos y sustancias que llevan a la muerte, se pone a bailar y ya no se detiene.  La adicción empieza cuando una mujer pierde su significativa vida hecha a mano y se obsesiona por recuperar de la manera que sea algo que se le parezca. En el cuento, la niña intenta una y otra vez recuperar los diabólicos zapatos rojos, a pesar de la progresiva pérdida de control que éstos le ocasionan, ha perdido su capacidad de discernimiento, su capacidad de comprender cuál es, en realidad, la naturaleza de las cosas.


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